martes, 23 de febrero de 2010

La Partícula Divina (The God Particle)


El libro La Partícula Divina, publicado en 1993 por Leon Lederman y Dick Teresi, es una obra de divulgación científica, cuya lectura recomiendo a todos aquellos que, aún siendo legos en la materia, estén interesados en conocer el apasionante mundo de la física de partículas.
Leon Lederman, nacido en 1922 en Nueva York, fue galardonado en 1988 con el Premio Nobel de Física, junto a Melvin Schwartz y Jack Steinberger, por el método del haz de neutrinos y el descubrimiento del neutrino muónico.
Lederman es un físico experimental, que dirigió el Fermilab (laboratorio de física de altas energías situado en Chicago) entre 1979 y 1989, y participó activamente en la revolución cuántica iniciada en la segunda mitad del siglo pasado, con el florecimiento de los grandes aceleradores de partículas, y que dio lugar a la exitosa (aunque incompleta, precisamente a falta de encontrar la partícula de Higgs, a la que hace referencia el título del libro) Teoría del Modelo Estándar. Esta teoría describe las partículas y fuerzas elementales de la materia (en un próximo artículo entraré al detalle en esta teoría, pues creo que merece la pena).
En esta obra, el autor nos ofrece un ameno recorrido por la historia de la ciencia en su búsqueda del á-tomo (no el átomo tal y como lo conocemos hoy en día, sino como elemento último e indivisible de la materia, del que todo y todos estamos hechos).
Desde Demócrito hasta Schrödinger, pasando por Dalton, Thomson, Bohr y Rutherford, entre muchos otros, hacemos un viaje hasta la visión actual de la estructura interna de la materia. Por supuesto, sin olvidarse de las vitales contribuciones de algunos de los más grandes, como Galileo, Newton o el propio Einstein.
El libro está escrito en un lenguaje totalmente asequible (al menos durante la primera mitad del texto) para el lector profano en esta materia, incluso con abundantes dosis de humor y con curiosas anécdotas que le suceden al físico experimental en el desarrollo de su trabajo. Y aunque la segunda parte del libro se torna un poco más compleja, no es por ello menos interesante.
La narración es entretenida, con ingeniosas analogías y metáforas, que permiten comprender los complicados y abstractos conceptos inherentes a las matemáticas y a la física cuántica. El autor consigue contagiar al lector con la pasión que sienten los físicos cuando se encuentran inmersos en un experimento, lo que les pasa por la cabeza al realizar un gran descubrimiento: la grandeza de ser el primero en revelar una propiedad de la naturaleza, y que hace que por unos instantes se sientan más cerca de Él, de Su pensamiento.
Para alguien como yo, más acostumbrado a leer a físicos teóricos, ha sido muy interesante y provechoso contemplar la física desde otro punto de vista, el de los físicos experimentales, aquellos que verifican las teorías confeccionadas por los primeros.
Lederman demuestra cierta hostilidad hacia los teóricos, como si existiera cierta rivalidad oculta entre los dos tipos de físicos, e intenta hacernos ver que sin ellos (los experimentales) la ciencia no avanzaría como tal, pues ellos son los que confirman o refutan las teorías. Yo creo más bien que ambos son necesarios y se complementan, pues para demostrar mediante experimentos las teorías, alguien las debe elaborar, y su vez, experimentos innovadores y perfeccionados aportan pruebas e ideas para nuevas teorías. Aún así, no es malo que exista una cierta competencia, siempre que sea sana. Y no sólo en la ciencia, sino en cualquier ámbito, pues es una excelente base para la superación y el progreso.
La Partícula Divina también logra que nos hagamos una idea bastante aproximada, (saltándonos evidentemente ciertos detalles técnicos), del funcionamiento de un acelerador de partículas, e incluso llegamos a comprender cómo los detectores consiguen “visualizar” las partículas.
Los primeros aceleradores aparecieron a principios de los años 30. Lederman nos habla del primer ciclotrón de protones, del primer sincrotrón del laboratorio nacional Brookhaven (en Nueva York), y de cómo, espoleados por los avances teóricos, se introdujeron sustanciales mejoras tecnológicas, que permitieron que dichas máquinas evolucionaran y se perfeccionaran, consiguiendo cada vez mayores energías. Dichas teorías, para ser confirmadas, dependían del hallazgo de las partículas predichas, cada vez más pesadas, y que por tanto requerían cada vez energías más altas.
El propio Fermilab dispone del Tevatron, que hasta la construcción del LHC en Suiza, fue el mayor acelerador del planeta. El Tevatron es un sincrotrón que acelera protones y antiprotones hasta energías cercanas a 1 TeV (un billón de electronvoltios), y gracias a él, el Fermilab anunció en 1995 el descubrimiento del Quark Top, que aún no había sido descubierto en la fecha de publicación del libro.
Por esas fechas, Lederman, y así lo refleja en el libro, estaba entusiasmado con la construcción en Dallas (Texas) del que iba a ser el mayor acelerador del mundo, el SSC (Superconductor Supercolisionador), aunque precisamente a finales de 1993, año de publicación del libro, el congreso de los Estados Unidos canceló el proyecto. Un proyecto del que el propio Lederman había sido partícipe. El autor confiaba en que el SSC encontraría la partícula de Higgs, y completaría y daría sentido al Modelo Estándar. Se estimaba que este colisionador iba a llegar a energías cercanas a los 20 TeV, bastante más del doble de las que se espera que consiga el LHC, unos 7 TeV. Así, este acelerador de hadrones, situado en el CERN, en Ginebra, es el mayor jamás construido, y asegura la supremacía y liderazgo, en materia de física nuclear, de Europa sobre Estados Unidos, y se ha convertido en el único candidato a encontrar la tan esquiva Partícula Divina.
No deberíamos tardar demasiado en ver si lo consigue.

1 comentario:

  1. Son las dos y media de la madrugada.
    Tengo una teoría de refracción nueva que ahora escribiré.
    De todos modos te voy a dar unas orientaciones de mis teorías anterioress de la luz.
    http://www.galeon.com/saurafra
    en esta pñágina hay dos apartados. La luz y las lentes.

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